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Bernadette Soubirous

Peregrinación a Lourdes: Un Viaje de Fe, Sanación y Milagros.
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Siguiendo los pasos de Bernadette Soubirous en la peregrinación a Lourdes
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Peregrinación a Lourdes te espera: Un Camino de Fe, Esperanza y Sanación

El Santuario mariano donde los milagros ocurren y la Virgen te espera con amor

Introducción: Un llamado desde Lourdes

Una peregrinación a Lourdes no es solo un viaje, sino un encuentro con la gracia de Dios a través de la Virgen María. En 1858, la Virgen se apareció a la humilde Bernadette Soubirous en la gruta de Massabielle. Desde ese momento, Lourdes se ha convertido en un lugar de milagros, sanación y profunda espiritualidad. Por esta razón, millones de peregrinos acuden cada año en busca de paz, esperanza y consuelo. En resumen, peregrinar a Lourdes es responder al llamado del cielo.

Un itinerario lleno de espiritualidad

Durante este recorrido, no solo visitaremos el Santuario de Lourdes, sino también otros santuarios destacados de la fe cristiana en Francia y España. En primer lugar, conoceremos Burgos y su majestuosa catedral gótica. A continuación, nos dirigiremos a Loyola, cuna de San Ignacio, y más tarde a Toulouse, hogar de reliquias sagradas. Posteriormente, exploraremos Rocamadour, Paray-le-Monial, Ars y Nevers, donde rendiremos homenaje a Santa Bernadette. Por último, el itinerario nos llevará a Chartres, Lisieux y París, donde visitaremos la Capilla de la Medalla Milagrosa. Como resultado, cada etapa del viaje fortalece la dimensión espiritual de esta peregrinación a Lourdes.

Una experiencia transformadora

Vivir una peregrinación a Lourdes es abrir el corazón a una experiencia transformadora. Por ello, te invitamos a dejarte guiar por María, renovar tu fe y experimentar la belleza de la comunidad cristiana reunida en oración. Durante la peregrinación, podrás participar en la procesión de las antorchas, acercarte a las aguas milagrosas y vivir momentos profundos de oración. Esta vivencia representa una oportunidad única para vivir la fe de forma auténtica. ¿Y si das el paso hoy? Reserva tu lugar y responde al llamado de la Virgen.

¿Por qué hacer un viaje religioso a Lourdes?

Lourdes es uno de los santuarios marianos más importantes del mundo. Allí, la fe se vive con intensidad y profundidad. Desde las apariciones a Santa Bernadette, millones de personas han encontrado sanación y esperanza. Por lo tanto, realizar una peregrinación a Lourdes ofrece la oportunidad de reconectar con Dios, orar con devoción y renovar el espíritu.

Aceptar este llamado implica abrirse a la conversión. De este modo, la relación con Dios se fortalece y se experimenta la comunión con otros peregrinos. Así, cada paso dado en Lourdes deja una huella imborrable en el alma.

¿Cómo es vivir una peregrinación a Lourdes?

Quienes hacen una peregrinación a Lourdes coinciden en que es mucho más que un viaje. Desde la llegada, la atmósfera de recogimiento te envuelve. A lo largo del itinerario, tendrás la oportunidad de:

  • Acercarte a la Gruta de Massabielle, lugar de las apariciones.

  • Unirte a la procesión de las antorchas, rezando el Rosario junto a miles de fieles.

  • Compartir la fe universal en la misa internacional celebrada en la Basílica.

  • Sumergirte en las piscinas bendecidas de Lourdes, buscando la gracia sanadora.

  • Seguir las huellas de Santa Bernadette y conocer su conmovedor testimonio.

Cada una de estas experiencias te conecta con la espiritualidad de manera única y profunda.

¿Te gustaría vivir esta experiencia?

Si deseas consultar más información sobre el santuario mariano, visita el sitio oficial del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, donde encontrarás detalles sobre las apariciones, horarios y servicios para peregrinos.
También puedes conocer más sobre Santa Bernadette Soubirous a través del Vaticano, fuente confiable de espiritualidad y biografías de santos.

Otras peregrinaciones marianas

Además de la peregrinación a Lourdes, te invitamos a descubrir nuestras otras rutas de fe. Consulta nuestras peregrinaciones marianas para grupos o elige una peregrinación a medida diseñada especialmente para tu parroquia o comunidad. Para más información, no dudes en contactarnos aquí.

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Yo soy la Inmaculada Concepción.”

Virgen de Lourdes. Lourdes, 25 de marzo de 1858

Penitencia, penitencia, penitencia”

Virgen de Lourdes. Lourdes, 24 de febrero de 1858

Vayan a beber y a lavarse en la fuente”

Virgen de Lourdes. Lourdes, 25 de febrero de 1858

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Santa Bernadette Soubirous

Infancia y vida en Lourdes

Bernadette Soubirous nació el 7 de enero de 1844 en Lourdes, Francia, en el seno de una familia humilde. Era la mayor de seis hermanos y su familia vivía en extrema pobreza, al punto de habitar en una pequeña celda de un antiguo calabozo llamado “Le Cachot”. Su salud siempre fue frágil, sufriendo asma y otras enfermedades respiratorias. Debido a su condición y a las dificultades económicas, apenas había aprendido a leer y escribir cuando ocurrieron los eventos que marcarían su vida y la convertirían en un símbolo de fe para millones de personas.

Las apariciones de la Virgen María

El 11 de febrero de 1858, cuando tenía 14 años, Bernadette fue con su hermana y una amiga a recoger leña cerca de la gruta de Massabielle. En ese momento, tuvo una visión de una “Señora vestida de blanco” con un cinturón azul y un rosario en sus manos. La Virgen María se le apareció en 18 ocasiones, revelándole mensajes de oración, penitencia y conversión.

Uno de los momentos más importantes de estas apariciones ocurrió cuando la Virgen le pidió a Bernadette que excavara en el suelo de la gruta, de donde brotó un manantial de agua. Pronto, este manantial se convirtió en fuente de milagros y peregrinaciones, dando origen al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, uno de los lugares de peregrinación más importantes del mundo.

Durante la aparición del 25 de marzo, la Virgen reveló su identidad con las palabras: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, un dogma proclamado por la Iglesia en 1854 y desconocido para Bernadette, lo que dio credibilidad a sus visiones.

Vida en el convento y muerte

Tras las apariciones, Bernadette fue sometida a interrogatorios por la Iglesia y las autoridades civiles, pero siempre se mantuvo firme en su testimonio. En 1866, ingresó como religiosa en el Convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers, donde vivió en humildad y oración. Allí, llevó una vida de servicio, pero su salud se deterioró rápidamente debido a la tuberculosis ósea.

Murió el 16 de abril de 1879, a los 35 años, pronunciando sus últimas palabras: “Santa María, Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecadora”.

Canonización y legado

En 1925, Bernadette fue beatificada por el Papa Pío XI y en 1933 fue canonizada como Santa Bernadette Soubirous. Su cuerpo, sorprendentemente incorrupto, se conserva en la capilla del convento de Nevers, convirtiéndose en un destino de peregrinación.

Hoy, el Santuario de Lourdes recibe millones de peregrinos al año, muchos en busca de sanación física y espiritual, testimoniando el impacto de la humilde joven que vio a la Virgen.

Abbé Dominique Peyramale

El Pastor Fiel de Lourdes

En el corazón de Lourdes, antes de que se convirtiera en el santuario mundial de oración y sanación que hoy conocemos, había un sencillo párroco: el padre Dominique Peyramale. Nacido en 1811 en el pequeño pueblo de Lanne, Francia, Peyramale fue un sacerdote sencillo y firme, conocido por su carácter recto y un profundo sentido de la responsabilidad pastoral.

Cuando comenzaron las apariciones de la Virgen María a la joven Bernadette Soubirous en 1858, Peyramale reaccionó como un pastor prudente. Al principio mostró escepticismo. No por falta de fe, sino porque deseaba proteger a su rebaño de posibles engaños o ilusiones. Exigió una prueba que confirmara la veracidad del relato de la niña: que la Señora revelara su nombre.

La respuesta de Bernadette fue tan humilde como sorprendente: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Estas palabras estremecieron al padre Peyramale. Sabía que una joven sencilla y sin instrucción no podría conocer una expresión teológica tan profunda, proclamada dogma apenas cuatro años antes por el Papa Pío IX.

A partir de entonces, el párroco se convirtió en un fiel defensor de Bernadette y testigo clave en el proceso de validación de las apariciones. Su apoyo fue determinante para que la Iglesia emprendiera la investigación que, en 1862, culminó en el reconocimiento oficial de los hechos.

Movido por la fe y la devoción, Peyramale dedicó el resto de su vida a promover el culto a la Virgen de Lourdes. Fue el alma detrás del impulso de la construcción de la primera Basílica de la Inmaculada Concepción, que se alza majestuosa sobre la gruta de Massabielle. Aunque no vivió lo suficiente para verla terminada, su labor sembró las bases de uno de los centros de peregrinación más visitados del mundo.

El padre Peyramale murió en 1877. Su tumba se encuentra en el cementerio de Lourdes, donde muchos peregrinos aún dejan flores y rezan en gratitud por su testimonio de fe.

Francois Soubirous

La familia de Bernadette Soubirous: Un hogar marcado por la fe y la prueba

Santa Bernadette Soubirous nació en una familia muy humilde en Lourdes, Francia. Sus padres, François Soubirous y Louise Castérot, eran personas sencillas y trabajadoras que enfrentaron grandes dificultades económicas y sociales. A pesar de los retos, su hogar estuvo marcado por el amor y la fe, aunque en un principio tuvieron dudas sobre las apariciones de la Virgen.

François Soubirous (1807-1871) – El padre de Bernadette

François Soubirous era molinero de profesión, pero con el tiempo la familia cayó en la pobreza extrema. Perdió su trabajo y se vieron obligados a vivir en el “Cachot”, una antigua celda de prisión en desuso, debido a su incapacidad para pagar una vivienda mejor. Cuando Bernadette comenzó a hablar de las apariciones, François, como padre protector, sintió temor por las posibles consecuencias. Las autoridades civiles comenzaron a presionar a la familia, y él fue arrestado en una ocasión bajo falsas acusaciones de robo de harina, lo que aumentó sus preocupaciones. Sin embargo, a medida que los acontecimientos avanzaban y se conocían los milagros relacionados con la gruta, François aceptó que algo extraordinario estaba ocurriendo con su hija. Aunque nunca buscó protagonismo, su apoyo silencioso fue clave para que Bernadette pudiera continuar con su misión.

Falleció en 1871, sin haber visto a su hija canonizada, pero con la certeza de que su testimonio había transformado a la Iglesia.

San Luis María Grignion de Montfort

El Apóstol de María y su Legado en Lourdes

San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716) fue un sacerdote misionero francés, apasionado predicador del Evangelio y, sobre todo, un incansable apóstol de la devoción a la Santísima Virgen María. Su vida, marcada por la pobreza, la misión y una ardiente caridad, dejó como herencia un camino de consagración total a Jesús por María, recogido en su célebre obra: “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen”.

Montfort enseñaba que el medio más seguro, rápido y perfecto para unirse a Cristo es entregarse completamente a María, imitándola en su humildad, fe y amor. Esta consagración, conocida como “Totus Tuus”, se convirtió en el lema de San Juan Pablo II, quien reconocía en Montfort a su maestro espiritual.

Aunque San Luis María vivió más de un siglo antes de las apariciones de la Virgen en Lourdes, su espiritualidad mariana resuena en cada rincón del santuario. Lourdes es un lugar donde los peregrinos, respondiendo a la llamada de la Virgen a la oración, la penitencia y la conversión, encuentran eco del mensaje montfortiano: poner la vida entera en manos de María para que ella conduzca a Cristo.

Un Legado Vivo en el Corazón de Lourdes

El espíritu de Montfort se siente en los corazones de quienes llegan a la Gruta de Massabielle con el deseo de renovar su consagración, buscar la sanación del cuerpo y del alma, y vivir como verdaderos hijos de María. La confianza filial que Montfort predicaba late en las oraciones del Rosario, en las procesiones de antorchas, y en la humilde peregrinación a las aguas de la fuente. San Luis María nos recuerda que María es el camino sencillo y seguro que lleva al Corazón de Cristo. Así, Lourdes es hoy un espacio donde su enseñanza cobra vida: en el encuentro personal con la ternura de la Madre y el llamado constante a la entrega total.

Invitación al Peregrino

Al venir a Lourdes, los fieles siguen un itinerario espiritual que Montfort dibujó con su vida y sus escritos: confiar en María, consagrarse a ella sin reservas y dejarse transformar por su amor. Muchos peregrinos realizan aquí su Acto de Consagración, renovando su compromiso de vivir “Todo de María, para ser todo de Jesús”.

Itinerario espiritual de San Luis María Grignion de Montfort

El camino de consagración total a Jesús por María propuesto por San Luis María Grignion de Montfort se estructura en cuatro etapas: primero, un tiempo de 12 días para vaciarse del espíritu del mundo, renunciando al pecado y a los apegos desordenados; luego, una semana dedicada al conocimiento de uno mismo, reconociendo la propia miseria y necesidad de Dios; después, una semana para profundizar en el conocimiento y amor a la Santísima Virgen, contemplándola como el camino más seguro hacia Cristo; y finalmente, una semana para conocer a Jesucristo, amarlo y unirse más íntimamente a Él como fin último de toda devoción. Este itinerario culmina con el acto solemne de consagración total a María, ofreciendo toda la vida, obras y méritos para que, por medio de Ella, pertenezcan plenamente a Jesucristo.

Santa Teresa de Lisieux

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, más conocida como Santa Teresita de Lisieux, visitó Lourdes con su familia en 1887, antes de ingresar al Carmelo. Su devoción a la Virgen y su “caminito de la confianza y el amor” son un gran ejemplo para quienes peregrinan a Lourdes buscando fortaleza en su fe.

Santa Teresa de Lisieux, conocida por su espiritualidad de la confianza y el abandono en Dios, peregrinó a Lourdes en 1887 junto a su padre y sus hermanas, poco antes de ingresar al Carmelo. Su visita al santuario fue un momento de profunda oración y entrega a la Virgen María, a quien siempre consideró su madre celestial. Aunque no experimentó milagros físicos, sí vivió una gracia interior que fortaleció su decisión de consagrarse totalmente a Dios. Su peregrinación a Lourdes fue una expresión de su profundo amor mariano y de su deseo de vivir en plena comunión con Cristo a través de María.

El “caminito” de Santa Teresita, basado en la humildad, la confianza y el amor, es una inspiración para los peregrinos que llegan a Lourdes en busca de fortaleza espiritual. Así como ella confió en la Virgen con un corazón sencillo y filial, los fieles que visitan el santuario pueden encontrar en su testimonio un modelo de entrega total a Dios. Su amor por María y su enseñanza sobre la confianza absoluta en la misericordia divina resuenan en Lourdes, donde tantos peregrinos buscan consuelo, sanación y una fe renovada bajo la mirada amorosa de la Virgen.

San Pío X

 El Papa San Pío X, cuyo pontificado se extendió de 1903 a 1914, fue un gran defensor de la devoción mariana y de las peregrinaciones a Lourdes. Su profundo amor por la Virgen lo llevó a reconocer oficialmente la importancia de este santuario en la vida espiritual de la Iglesia. En 1907, autorizó la celebración litúrgica de la Virgen de Lourdes el 11 de febrero, estableciendo su festividad en el calendario de la Iglesia y reforzando así la devoción a María bajo esta advocación.

Pero su influencia en la espiritualidad católica no se limitó a la promoción de Lourdes. San Pío X es conocido como “el Papa de la Eucaristía”, ya que realizó reformas significativas para acercar más a los fieles a los sacramentos. Una de sus decisiones más trascendentales fue la reducción de la edad para recibir la Primera Comunión, permitiendo que los niños pudieran acceder a este sacramento a partir de los siete años, en lugar de esperar hasta la adolescencia. Su intención era que los más pequeños pudieran recibir cuanto antes la gracia de Cristo en la Eucaristía, fortaleciendo así su fe desde temprana edad.

En el contexto de Lourdes, esta decisión fue clave, pues muchos peregrinos acudían al santuario con sus hijos, buscando en la Virgen un modelo de fe pura y sencilla, como la que Jesús alaba en los niños. Gracias a San Pío X, más familias pudieron integrar la Primera Comunión en sus peregrinaciones, fortaleciendo la relación entre la devoción a María y la recepción de la Eucaristía.

San Pío X también tuvo una gran sensibilidad hacia los enfermos y los pobres, dos de los grupos más representativos de los peregrinos de Lourdes. Durante su pontificado, apoyó diversas iniciativas para facilitar el acceso a Lourdes de personas con enfermedades y discapacidades, reconociendo el santuario como un lugar de esperanza, sanación y conversión.

Fiel a su lema “Restaurar todas las cosas en Cristo”, promovió un retorno a una vida cristiana más auténtica y sencilla, destacando siempre el papel de la Virgen María como guía en el camino hacia Dios. Su devoción a la Virgen de Lourdes y su impulso a la participación de los niños en la vida sacramental dejaron una huella imborrable en la historia de la Iglesia. Fue canonizado en 1954 por el Papa Pío XII, y su legado sigue vivo en la Iglesia y en Lourdes, donde muchos peregrinos recuerdan su amor por la Virgen y su llamado a una fe más profunda y cercana a Cristo en la Eucaristía.