Iglesia Ntra. Señora de Aranzazu
Iglesia Ntra. Señora de Aranzazú
El Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu es un santuario católico mariano situado en el municipio de Oñate, en Guipúzcoa, País Vasco (España), donde se venera a la Virgen de Aránzazu, patrona de esta provincia y que se habría aparecido en 1469. Se sitúa a 750 msnm, rodeado de montañas y vegetación. Desde 1514 está servido por la Orden de los Franciscanos. Su basílica, construida en los años 1950, es una obra arquitectónica, escultórica y artística de gran relevancia, en la que han trabajado eminentes artistas de renombre internacional.
La ubicación del santuario es excepcional. Se sitúa a escasos 10 km de la villa de Oñate, a los pies de las campas de Urbia, en medio de una sucesión de barrancos y oquedades, montes rocosos y pequeños ríos que se pierden en el fondo del valle bajo el edificio del santuario.
Son varias las sierras que convergen en el lugar: la sierra de Elguea, la de Aitzkorri y el macizo de Aloña, que queda separado por un gran barranco en cuyo fondo corre el río y sobre el que se alzan los picos de Aitzabal, Beitollotsa y Gazteluaitz.
La carretera que desde la villa sube al santuario va adentrándose en las montañas calizas bordeando el acantilado sobre el río. Poco después de salir de Oñate se tiene una formidable vista del conjunto urbano desde el balcón natural que ofrece el alto de Urtiagain. Desde allí el camino está sembrado de pequeños puntos de religiosidad, figuras de vírgenes, capillas… Sobre el valle de Urrejola, donde al otro lado del río se ve la carretera que llega a Araoz, cuna de Lope de Aguirre, ya se divisa el peñón que da nombre al valle y que sitúa el santuario. El empinado camino asciende bordeando el acantilado y mostrando las singularidades de los montes calizos con sus cuevas y simas, algunas de las cuales se llegan a distinguir, por su enorme tamaño, como el boquetón de San Elías, que guarda en su interior una ermita dedicada al santo, desde la propia vía. En algunos tramos del ascenso se puede ver la antigua calzada que recorrían los peregrinos, como lo hizo Ignacio de Loyola, para ir a ver a la que consideraban su madre. Curvas que se abren cerca de caseríos y antiguos establecimientos para peregrinos y que va indicando la cercanía del mariano lugar. Después de pasar al borde de una profunda sima se muestran los edificios que componen el complejo monasterial, entre los que destaca la basílica, con su impresionante fachada y torre.
La amplia plaza (que en parte se usa como aparcamiento) se dispone entre los austeros muros del seminario franciscano y el barranco. Enfrente, hacia el alto, a la derecha de la carretera, se encuentra la basílica, con gran fachada enmarcada entre dos torres gemelas y protegida por la torre campanario, separada unos metros a la izquierda. El inicio de la fachada, diseñada por Oteiza, se sitúa a un nivel inferior al del camino. Unas amplias escaleras dan paso, bajándolas, a las grandes puertas de hierro. Esto hace que el friso que representa a los apóstoles, en número de 14, quede a la misma altura que la vía. Sobre este friso y en medio de una fachada lisa se ubica una figura virginal. Las torres, construidas con grandes piedras calizas, talladas en punta de diamante simbolizando espinas, enmarcan el conjunto.
Bajo la actual construcción se halla la antigua basílica, que actualmente está convertida en cripta, que recoge una vanguardista obra pictórica en sus paredes.El conjunto se complementa con varios edificios diferentes, algunos de ellos muy anteriores, que ofrecen los servicios precisos a las personas que se acercan al santuario o pasan por allí en busca de las cumbres de las montañas que lo rodean. El lugar se encuentra a 750 m de altitud y se está colgado sobre un profundo valle. Es uno de los puntos de partida para numerosas excursiones, en especial al macizo de Aitzkorri y a todo el complejo pastoril de Urbía, así como a los montes que componen la sierra de Elguea.